Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no escucha música, quien no halla encanto en si mismo. 
Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. 
Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo 
todos los días los mismos senderos, quien no cambia de rutina, quien no 
se arriesga a vestir un nuevo color o no conversa con desconocidos. 
Muere lentamente quien evita una pasión y su remolino de emociones, 
aquellas que rescatan el brillo en los ojos y los corazones decaídos. 
 Muere lentamente quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con 
su trabajo o su amor, quien no arriesga lo seguro por lo incierto para 
ir detrás de un sueño, quien no se permite al menos una vez en la vida 
huir de los consejos sensatos…
 Pablo Neruda
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